Partiendo de una conceptualización de envejecimiento como el paso inexorable de los años, en este proceso concurren distintas variables sociales y culturales que pueden condicionar la aparición de situaciones de abuso y maltrato en la vejez.

El maltrato a personas mayores es definido por el Imserso como la acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada, que causa daño o angustia a una persona mayor y que ocurre dentro de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza.

El maltrato al anciano emerge como problema social hace unos años, siendo anteriormente un problema “oculto” ya que los mayores, a veces, no quieren reconocerse como víctimas de malos tratos por temor a represalias, o al confinamiento en instituciones, o simplemente porque prefieren negar una realidad que les resulta insoportable.

De entre las causas más relevantes se encuentran el cambio de valores en la sociedad actual en la que la juventud, la productividad, la salud son valores en alza, el anciano, enfermo con frecuencia dependiente e improductivo, es infravalorado y a veces resulta una “molestia” para familiares nucleares con dificultad para cuidar al anciano. Sin duda los factores sociales y culturales están implicados, pero también otros, familiares e individuales. Todos estos elementos se ven agudizados por la situación de crisis global en la que se ve incursa la sociedad.

El maltrato de las personas mayores es un problema social mundial que afecta la salud y los Derechos Humanos de millones de personas mayores en todo el mundo y es un problema que merece la atención de la comunidad internacional.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 66/127, designa el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez. Representa el día del año cuando todo el mundo expresa su oposición a los abusos y los sufrimientos infligidos a algunas de nuestras generaciones mayores.

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