Este año el lema es: “Salvemos nuestro Cielo: un Planeta respetuoso del Ozono, nuestro objetivo“. Es verdad, que por distintas razones e intereses, la mayoría de los acuerdos internacionales para la preservación del ambiente, se han transformado en meras declamaciones y sus prescripciones en letra muerta. Este no es el caso del Protocolo de Montreal, el que producto de su acatamiento, más del 90 por ciento de la producción y consumo mundial de las sustancias que agreden el ozono han sido reducidas.

Esta circunstancia ha llevado a científicos a afirmar que el nivel de daño de la capa de ozono en la estratosfera está disminuyendo y que se ven las primeras señales de recuperación, aunque alertan que aquella permanecerá vulnerable, durante la próxima década.

La capa de ozono formada por una variedad alotrópica de oxígeno (O3), es un filtro natural que tiene efecto beneficioso para la vida, la que retiene la mayoría de los rayos ultravioletas del Sol y actúa como regulador climático. Debido al incremento en las últimas décadas de la liberación a la atmósfera de gases como los CFC, HCFC (cloro e hidroclorofluorocarbonados) usados en propelentes de aerosoles y en refrigeración y el bromuro de metilo (gas violento para pesticidas), la capa fue sistemáticamente agredida, provocando su adelgazamiento. Este hecho, permite una mayor incidencia de radiaciones UV sobre el entorno, lo que puede provocar cáncer, cataratas, inmunodeficiencias, disminución del rinde agrícola y destrucción de los ecosistemas acuáticos (plancton marino). En Argentina la principal causa de ceguera en personas mayores de 50 años es por cataratas. Los mayores riesgos por estas radiaciones malsanas se producen en Australia, África del Sur, Nueva Zelanda y la Patagonia, o sea el Sur del Planeta, generalmente pobre y sin el desarrollo industrial como para ser la causa del problema, el que no obstante debe cargar con sus consecuencias.

Este problema no se limita al extremo Sur, por cuanto en la época en que se abre la capa de ozono, grandes globos del agujero se separan y viajan hacia el Norte, afectando las zonas más pobladas de este hemisferio. Investigadores afirman que los efectos de las radiaciones ultravioletas se notan en el sur de Brasil.

Por otra parte, el incremento de estas radiaciones provoca efectos indeseables en el aire urbano, aumentando la niebla contaminante (fenómeno que se ve a simple vista en las tardes de calor) y la cantidad de ozono superficial, que irrita los pulmones y es muy dañino.

Esas radiaciones “actúan sobre los óxidos nitrosos provenientes de los procesos de combustión” combinándose con otras sustancias químicas y forman “el venenoso ozono de superficie”, el que “al ingresar en los pulmones, reduce su capacidad para despejar los agentes infecciosos y las toxinas”.

Sumado a otros factores de riesgo, se afirma que los altos niveles de polución “reducen la capacidad de los pulmones de transferir el oxígeno a la sangre, causando tos, alergias, ataques de asma, enfisemas y otras patologías” que inciden en la salud de personas en situación de vulnerabilidad (niños y ancianos).

                         El Día Internacional de la Protección de la Capa de Ozono es el día en que se deben analizar políticas en conjunto para contrarrestar los efectos desastrosos de prácticas antiecológicas. El financiamiento de tecnologías que impidan la proliferación de sustancias nocivas para la capa de ozono.  El día internacional de la protección de la capa de ozono es una oportunidad para pensar en el presente para poder contar con un futuro.

 

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