“Ojalá podamos transmitirles a los lectores la mística y el compromiso que don Arturo nos legó”
Con esta frase, la ex directora del Sistema Integrado de Documentación de la UNCuyo, Isabel Piñeiro, se refirió a Arturo Andrés Roig durante el acto en el que la Universidad reconoció la figura y trayectoria del intelectual mendocino imponiéndole su nombre a la Biblioteca Central.
“Arturo Andrés Roig” se llama ahora la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Cuyo, luego de que el Consejo Superior aprobara el pedido elevado por la ex directora de la Biblioteca y del Sistema Integrado de Documentación (SID), Isabel Piñeiro, quien rescató en su discurso el “amor de Roig por los libros, las bibliotecas y especialmente por los lectores”.
En el acto que se celebró en las instalaciones de la Biblioteca y al que asistieron autoridades y personal universitario, familiares, colegas y amigos del intelectual mendocino, el actual director del SID, Horacio Degiorgi, dio la bienvenida y se mostró orgulloso de la asignación del nombre.
La Resolución del Consejo Superior evoca en sus extensos considerandos la larga trayectoria de Roig, desde su egreso de la UNCuyo en 1949 como profesor de Filosofía hasta “la conmoción que su fallecimiento produjo en la comunidad intelectual latinoamericana, generando publicaciones en numerosos medios locales, nacionales y extranjeros, que han destacado la trayectoria y el valor de sus ideas”. Además resalta que “su labor docente lo convirtió en maestro y guía de varias generaciones de intelectuales de Mendoza, de la Argentina y de América Latina”.
Y en su relación con la Biblioteca de la Universidad (click aquí para leer la Resolución completa) el documento explicita “que efectuó donaciones de material bibliográfico de autores latinoamericanos, en especial de Ecuador y Venezuela, como así también de fotografías, cartas y testimonios varios, parte fundamental de la memoria universitaria, que constituyen un valioso material”.
Isabel Piñeiro describió con calidez que Roig “era un visitante permanente de la Biblioteca Central, un relator de sus viajes, un informador de novedades, un interesado en los recursos y servicios que introducíamos, hacía sugerencias siempre. Este es un homenaje para él, pero también para nuestra biblioteca, porque la ennoblece, para todos los que estamos involucrados en ella. Es un compromiso con nuestros lectores, a quienes ojalá podamos transmitirles la mística y el compromiso que don Arturo nos legó, su generosidad, su humildad, su inmenso respeto”, añadió emocionada.
Se refirió al “Informe de la Comisión de Reordenamiento Bibliotecario” que elaboró Roig, referido al asesoramiento de las autoridades del Rectorado respecto a todo lo referido a la organización bibliotecaria, los fondos existentes, la política general de adquisiciones y todos los aspectos que se consideren necesarios a nivel universitario. “Es extenso, minucioso, fundamentado e iluminador este documento en lo que se refiere a los objetivos y funciones que esta biblioteca debe cumplir dentro de la Universidad”, sostuvo Piñeiro. Asimismo realzó su generosidad, al mencionar algunas de sus donaciones a bibliotecas como las de las facultades de Filosofía y Letras y de Artes y Diseño.
Por su parte, el rector Arturo Somoza declaró que para la Universidad “es un honor poder ponerle a esta Biblioteca su nombre, un egresado y profesor nuestro, una persona que no fue dominada por el rencor, que trajo paz cuando regresó (del exilio), que dejó sus enseñanzas, y que tiene un altísimo reconocimiento en quienes son sus discípulos, no sólo su familia por supuesto, sino en quienes compartieron su ideario y también en quienes no lo compartieron. Creo que son pocas las personas que pueden reunir esa condición”, expresó.
René Gotthelf, ex director de la Editorial de la UNCuyo (ECIUNC) y creador del Centro de Documentación Histórica (CDH), explicó que esta designación “es algo que él merece y que la comunidad universitaria y la sociedad de Mendoza también merecen”. Luego de resaltar la influencia del filósofo en su formación académica, le agradeció “por 55 años de respeto, de afecto y de amistad”.
En su vínculo con la EDIUNC, Gotthelf mencionó la donación de valiosas obras como “Rostro y filosofía de América Latina”, “La universidad hacia la Democracia”, “Etica del poder y moralidad de la protesta” y “El Guanacache”, todas publicaciones agotadas.
Por último, evocó la participación de don Arturo en la creación del CDH: “Cuando organizamos el 50º aniversario de la UNCuyo, nos dimos cuenta de que la Universidad carecía de memoria, y de un lugar donde guardar esa memoria. Entonces, preparamos el proyecto de un Centro de Documentación Histórica. Antes de presentarlo al Rectorado, le mostré los borradores y me hizo importantes sugerencias, y prometió que si se hacía realidad iba a donar una enorme cantidad de material valioso, algo que efectivamente cumplió”, dijo.
Otro de los testimonios vino de Rolando Concatti, escritor miembro de la Fundación Ecuménica de Cuyo (FEC), que recordó de esta manera al filósofo: “Cuando Roig puso a disposición de la Fundación la colección de autores mendocinos, dije algo que quiero repetir aquí: ´Uno no es lo que dice, uno es lo que hace´. Ese famoso apotegma filosófico y del sentido común, se traduce finalmente en actitudes, en generosidades, en construcciones. De las personas que he conocido, pocas cumplen tan cabalmente como él con esta maravillosa experiencia y testimonio de no solamente hablar sino de serlo”, añadió.
La FEC había sido el lugar de su entrañable amigo desaparecido Mauricio López, recordaba Concatti. “Esto motivó mucho su vuelta a la Fundación, pero también pesó el hecho de que durante la dictadura, más de la mitad de la biblioteca de la Ecuménica resultó dañada, pero se logró rescatar, y eso a Roig lo emocionaba, porque es el testimonio de una biblioteca sobreviviente”, sostuvo el escritor.
Finalmente, cerró las intervenciones su hija Elizabeth Roig, quien muy emocionada dijo: “Quiero hacer un agradecimiento muy especial a la Universidad, a todos quienes han estado profundamente involucrados con el hacer y la obra de mi padre, y en especial a Isabel Piñeiro, quien estuvo muy cerca de todo el quehacer de mi padre en relación al tema de las bibliotecas publicas”. Y agregó: “Estoy muy orgullosa, y de alguna manera intento representar a mi familia, a mi madre que no ha podido estar acá y a mis hermanos. Quiero agradecerles de corazón a todos”.
Después, autoridades y familiares descubrieron la placa recordatoria y se vivieron otros momentos emotivos. Primero, con Ernesto Suárez, quien compartió algunos de los encuentros más significativos de su relación con el filósofo. Luego, el “Flaco” deleitó a los presentes con su interpretación de “El Nacimiento del Juglar”, de Darío Fo.
Antes del brindis, se escuchó la música del quenista Juan Lázaro Méndolas quien, entre melodía y melodía, contó algunos de los pasajes de su relación con Roig, pletórica de incansables enseñanzas y regalos musicales.
Prensa UNCuyo