Soy Juana Pimienta, mujer de esta tierra
raíz en el aire, sonidos en movimiento.
Soy mujer originaria de esta región del mundo
que los que nos negaron llamaron América.
Soy mujer afro.
Llego una y otra vez, esclavizada, en los barcos negreros.
Soy mujer mestiza. Soy mujer esclava. Soy mujer rebelde.
Soy mujer que junta, en su cuero y en su sangre, los años del continente.
Tengo la memoria encendida en donde duele.
Tengo la esperanza abierta a los latidos de las mujeres que vendrán.
De las que están viniendo desde el fondo de la historia.
Soy Juana Pimienta.
Estoy en la cocina de la historia.
Canto en guaraní, en mapuzundgun, en quichua, en aymara,
en kaqchikel, en tzeltal, en tojolabal…
canciones de cuna para un pueblo en nacimiento.
Soy digna rabia. Soy amazona.
Soy la amante de las pajarillas libertarias que recorren el cielo, migrando,
para encontrar el horizonte esperado.
Soy bruja quemada en las hogueras de todas las inquisiciones.
Soy desaparecida treinta mil veces en Argentina,
y otras miles en Guatemala, en Chile, en México, en Uruguay,
esos trozos de territorios que les dicen patrias.
Soy matria. Soy munda encantada.
Soy canto general. Soy Ramona. Soy Violeta.
Soy Juana, Pimienta, Azurduy…
Todas las Juanas que se asoman a las ventanas.
Soy Juana Pimienta, la misma que cultivaba una rosa,
en la Tribu de todas las resistencias.
Soy la que baila, tan sólo por el gusto de bailar.
Soy la que canta, tan sólo por el placer de cantar.
Soy la que escribe poemas en las hojas de los árboles caídos,
para que aún caídas,
las hojas sigan escribiendo la historia de las pasiones olvidadas.
Soy humus. Soy semilla que cae en el humus.
Soy flor y fruto. Y no soy nada.
Nada más que una mujer que puebla una hora del aire de la radio.
Te busco. Te encuentro.
Cuando la noche promete la danza de las brujas.