Dalla Torre, Gabriel; Bracelis, Lucía Eva. Las habilidades inútiles. Mendoza, Ciudad de Mendoza, 2011

“Detener la cinta en el momento exacto”. “Adivinar el futuro asiento vacío”. “Percibir a quien recién tuvo sexo”. “Resolver el solitario cada vez”. Quien más, quien menos, todos tenemos nuestro repertorio privado de habilidades inútiles. Y de tan privado e inútil que es, no tenemos por costumbre compartirlo con nadie.

Dos personajes en primera persona: un asesino diabético, que entre trabajo y trabajo fuma la refinada marihuana que cosecha y ordena los archivos infinitos de su computadora. Una policía sagaz y acomplejada que vive en un infierno familiar. La extraña ciudad argentina de Salinas es el escenario para su mutuo juego de buscarse, esquivarse, y también para unirse, sin saberlo, en el solitario inventario de sus inútiles habilidades y su fijación por encontrarlas en los demás. Pero hay otra obsesión que va a acercarlos: la obra literaria que el asesino hereda de una de sus víctimas, y un manuscrito que la muchacha policía rescata, sin decirle a nadie, de la escena del crimen.

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Von Sprecher, Roberto y Fernández, Lauri. Ani. Córdoba, Llantodemudo, 2011.

Esta es una de esas historias en las que parece que no pasa nada, pero pasa de todo. No hay “conflicto” en el sentido narrativo más clásico, pero sus setentaypico de páginas están atravesadas por tensiones dispares que angustian a los personajes. En Ani, el guionista cordobés Roberto Von Sprecher confirma al lector los rasgos estilísticos que ya había mostrado en Ruta 22: saltos temporales apenas sugeridos, mucho peso narrativo puesto en el clima y los planos generales, silencios expresivos y un tempo narrativo comparable al que se acostumbraba en eso que se llamó “nuevo cine argentino” hace algunos años.

Andrés Valenzuela.

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Concatti, Rolando. Ensayos entre luces y sombras. Mendoza, El amante universal, 2011.

Quienes conozcan mi producción literaria de los últimos quince años, principalmente las tres novelas, descubrirán vasos comunicantes. En la ficción novelesca, muy vinculada a la historia, se iluminan personajes y acontecimientos silenciados. Por el camino de la imaginación y la conjetura, los grandes enigmas de nuestro pasado reciente piden la palabra; cuentan su versión, bien distinta a las “consagradas”. Como estos ensayos, luchan contra la resignación y el reduccionismo simplificador.

Los escritos aquí publicados están todos maravillosamente iluminados por los dibujos y las “intervenciones” de Barraco, que ilustran, comentan, realzan o ironizan; enfatizan, cuando no miran y hacen mirar hacia otros detalles. Suprema libertad del plástico, en un contrapunto casi musical.

Rolando Concatti.

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Furlani, Marcela; Forniés, Leandro; Furlani, María Laura. Hombres de hierro de León Gieco. Estampas del Mendozazo. Mendoza, EDIUNC, 2012.

Este libro es, también, una canción, una letra, varios grabados, un acontecimiento histórico. Ha sido forjado por Marcela Furlani a partir de la primera canción de León Gieco. Por eso el libro surge de una feroz represión y del encuentro entre dos artistas, dos sociólogos y centenares de luchadores sociales. Estos actos políticos y creativos confluyeron en un espacio, aunque hayan estado varias décadas separados en el tiempo.

El pueblo de Mendoza salió a la calle, en abril de 1972 (gobierno de facto de Lanusse) a exigir sus derechos y fue ferozmente reprimido. Tras el impacto por las noticias que llegan de Mendoza, un cantautor todavía no muy conocido, escribe y compone en Buenos Aires su primera canción. Es León Gieco; y esa canción, Hombres de Hierro, se entonará a partir de entonces como un himno de resistencia a cualquier dictadura.

Más de 30 años después, Marcela Furlani, artista mendocina, elabora una serie de grabados inspirados en Hombres de hierro y en aquel Mendozazo. Se los muestra a León. Convoca a dos sociólogos para que analicen el acontecimiento. El libro se va construyendo, paso a paso. Con vocación artística y también con vocación memoriosa y docente, porque la historia vive en cada canto y en cada imagen que la recuerda.  ……………………………………………………………………………………………………………….

Silanes, Raúl. Envidia el viento a los difuntos. Mendoza, Editorial Municipal Ciudad de Mendoza, 2011.

¿Qué pasa cuando muere alguien? Con personajes marcados por las trampas de la memoria (la viuda no olvida, los huérfanos se suicidan por turno, una radio clandestina emite viejos radioteatros para conservar la identidad, un fotógrafo ciego en un gigantesco basural), Envidia el viento a los difuntos desnuda los vínculos internos de la sociedad. Raúl Silanes crea la parábola de un país cada vez más desolado, con una maestría estilística que le permite obtener el Premio Publicación del Certamen Novela Ciudad de Mendoza 2010.

Para Béatrice Chenot (Universidad de Montaigne, Bordeaux, Francia), “Silanes encuadra el dolor de un pueblo prisionero de su ambigüedad, en un desierto metafórico cuya característica de celda infinita, ni siquiera permite ver las rejas…”

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Echeverría, Martín. Los invisibles. Mendoza, La Aldaba, 2011.

“La poesía es un atentado celeste”, dice Huidobro. Y este maravilloso oxímoron se reproduce fielmente a lo largo de esta larga balada en la que se percibe la postura del autor, quien con una mirada particular y sensible es capaz de traducir lo invisible.

¿Quiénes son los invisibles?, ¿qué quiere decirnos Martín, dónde finca su confesión de poeta? Revolotean las palabras en esta su obra nueva, llena de claves, de símbolos, invitando al que lee a tratar de resolver el secreto cubriéndolo de enigmas, de preciosismos y de todo lo que cada uno quiera ver.

Mercedes Fernández

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Bodoc, Liliana. Los días de la sombra. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2002.

Cinco cosechas, cinco años del sol han transcurrido desde el triunfo de las Tierras Fértiles contra las fuerzas de Misáianes, el hijo de la Muerte. El continente aún no se recupera y una nueva flota -más numerosa y despiadada que la anterior- se aproxima. El ejército del Venado prepara la resistencia en medio de disputas y orgullos, celos y traiciones. Para oponerse a las fuerzas malignas que envía el hijo de la Muerte sólo hay tres caminos: una flota partirá rumbo a las Tierras Antiguas, un pueblo iniciara el éxodo hacia el tiempo mágico y un ejército de guerreros se preparará para enfrentar la lucha. Las tropas de Misáianes están dispuestas a conquistar el continente. Al frente de éstas, una anciana camina, envuelta en un manto. Es la madre del Odio Eterno. La Muerte. La Sombra. Ella porta un mandato implacable.

En esta segunda entrega de la trilogía, Liliana Bodoc logra superar las expectativas generadas con su novela anterior con grandes dosis de poesía, un soberbio manejo de la intriga y una contundente originalidad. Traducida a varios idiomas, admirada por Ursula K. Le Guin, Bodoc ha sido consagrada por la crítica y el público como una de las voces más originales de la literatura del nuevo siglo.  ………………………………………………………………………………………………………………..

Draghi Lucero, Juan. El bailarín de la noche. Buenos Aires, Troquel, 1969.

Es ocioso presentar a Juan Draghi Lucero. Su dilatada y brillante trayectoria en la narrativa argentina se halla avalada por una serie de títulos que atestiguan respecto de sus calidades como escritor (…). El bailarín de la noche reitera esas virtudes. El relato que da nombre al volumen es un verdadero ejemplo en este sentido. Todos los cuentos y relatos que lo integran alcanzan pareja calidad, pero alguno de ellos, por su desarrollo, surge más deslumbrante que otros, como el denominado “El mozo dientes de oro”, un relato decididamente antológico, o “El sauce en llamas”, medallón cincelado con afán y primor de orfebre. Sería injusto continuar con otras menciones, pues responderían, en un último análisis, a preferencias subjetivas. Por ello, no deseamos hacer más distingos. Creemos que el lector será el juez más apropiado.

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Poquet, Alejandro. Muros y voces. Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1997.

A veces la realidad parece un libro enorme lleno de palabras extrañas, incomprensibles e impronunciables, que unos ni siquiera ensayan comprender, en tanto que otros las quieren leer y sólo emiten sonidos absurdos que resienten sus cuerdas vocales; unos pocos intentan interpretarlas y elaboran fórmulas muy complicadas y hasta ingeniosas, pero siempre increíbles. Nunca falta quien llega y da vuelta el libro: era tan sencillo.

Eugenio Raúl Zaffaroni.

 

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