La cuestión que acapara la atención este año es el derecho de todas las personas sin distinción de su sexo, su edad, su grupo étnico, su posición social o de si padecen alguna discapacidad, a hacer oír su voz en la vida pública y a ser incluidos en el proceso de adopción de decisiones políticas.

Estos derechos fundamentales –los de la libertad de opinión y expresión, los de la libertad de reunión y asociación pacíficas y el de participar en el gobierno (artículos 19, 20 y 21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos)- han estado en el centro de los cambios históricos en el mundo árabe desde hace dos años, período en que millones de personas se han lanzado a la calle para demandar cambios. En otras partes del mundo el «99%» ha hecho sentir su voz mediante el movimiento mundial de los indignados para protestar por a desigualdad económica, política y social.

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